Lectura
bíblica: Hechos 4: 1-22 (13)
4:2 resentidos de que enseñasen al pueblo, y anunciasen en Jesús la resurrección de entre los muertos.
4:3 Y les echaron mano, y los pusieron en la cárcel hasta el día siguiente, porque era ya tarde.
4:4 Pero muchos de los que habían oído la palabra, creyeron; y el número de los varones era como cinco mil.
4:5 Aconteció al día siguiente, que se reunieron en Jerusalén los gobernantes, los ancianos y los escribas,
4:6 y el sumo sacerdote Anás, y Caifás y Juan y Alejandro, y todos los que eran de la familia de los sumos sacerdotes;
4:7 y poniéndoles en medio, les preguntaron: ¿Con qué potestad, o en qué nombre, habéis hecho vosotros esto?
4:8 Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: Gobernantes del pueblo, y ancianos de Israel:
4:9 Puesto que hoy se nos interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo, de qué manera éste haya sido sanado,
4:10 sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano.
4:11 Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo.
4:12 Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.
4:13 Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús.
4:14 Y viendo al hombre que había sido sanado, que estaba en pie con ellos, no podían decir nada en contra.
4:15 Entonces les ordenaron que saliesen del concilio; y conferenciaban entre sí,
4:16 diciendo: ¿Qué haremos con estos hombres? Porque de cierto, señal manifiesta ha sido hecha por ellos, notoria a todos los que moran en Jerusalén, y no lo podemos negar.
4:17 Sin embargo, para que no se divulgue más entre el pueblo, amenacémosles para que no hablen de aquí en adelante a hombre alguno en este nombre.
4:18 Y llamándolos, les intimaron que en ninguna manera hablasen ni enseñasen en el nombre de Jesús.
4:19 Mas Pedro y Juan respondieron diciéndoles: Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios;
4:20 porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído.
4:21 Ellos entonces les amenazaron y les soltaron, no hallando ningún modo de castigarles, por causa del pueblo; porque todos glorificaban a Dios por lo que se había hecho,
4:22 ya que el hombre en quien se había hecho este milagro de sanidad, tenía más de cuarenta años.

El coraje y
el entusiasmo se mezclaron. Los seguidores
de este evangelio aumentaban.
Uno de esos
milagros lo hicieron Pedro y Juan, sanando a un cojo. Ellos lo mostraban como
la evidencia de que Dios seguía actuando con poder, reconocían a Jesús como el
hombre que no hacía mucho fue crucificado y enterrado pero había resucitado y a
EL se debía dar todo reconocimiento.
Las
autoridades mas sobresalientes se dieron
cita en Jerusalén ( 4:5-6) para acorralar a los apóstoles y entonces se
muestran las primeras adversidades.
Permítanme
trasladar estas experiencias al día de hoy y probablemente encontremos las
respuestas a múltiples adversidades que nos toca enfrentar.
Primero, se
reclama cuál es nuestra autoridad para hacer tal o cual cosa?
Luego, se
los descalifica por su pobre preparación académica (4:13)
Se continúa
prohibiéndoles hablar de Jesús (4: 18) amenazándoles.
Finalmente
Dios da la victoria.
Que el mismo
Señor del cielo nos de el coraje para no detenernos en nuestro propósito de
anunciar el evangelio.
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