domingo, 22 de febrero de 2015

La iglesia es de Dios



Lectura bíblica: Hechos 5: 12-42(38-39)

Muchas señales y maravillas

12 Y por la mano de los apóstoles se hacían muchas señales y prodigios en el pueblo; y estaban todos unánimes en el pórtico de Salomón.
13 De los demás, ninguno se atrevía a juntarse con ellos; mas el pueblo los alababa grandemente.
14 Y los que creían en el Señor aumentaban más, gran número así de hombres como de mujeres;
15 tanto que sacaban los enfermos a las calles, y los ponían en camas y lechos, para que al pasar Pedro, a lo menos su sombra cayese sobre alguno de ellos.
16 Y aun de las ciudades vecinas muchos venían a Jerusalén, trayendo enfermos y atormentados de espíritus inmundos; y todos eran sanados.

Pedro y Juan son perseguidos

17 Entonces levantándose el sumo sacerdote y todos los que estaban con él, esto es, la secta de los saduceos, se llenaron de celos;
18 y echaron mano a los apóstoles y los pusieron en la cárcel pública.
19 Mas un ángel del Señor, abriendo de noche las puertas de la cárcel y sacándolos, dijo:
20 Id, y puestos en pie en el templo, anunciad al pueblo todas las palabras de esta vida.
21 Habiendo oído esto, entraron de mañana en el templo, y enseñaban.
Entre tanto, vinieron el sumo sacerdote y los que estaban con él, y convocaron al concilio y a todos los ancianos de los hijos de Israel, y enviaron a la cárcel para que fuesen traídos.
22 Pero cuando llegaron los alguaciles, no los hallaron en la cárcel; entonces volvieron y dieron aviso,
23 diciendo: Por cierto, la cárcel hemos hallado cerrada con toda seguridad, y los guardas afuera de pie ante las puertas; mas cuando abrimos, a nadie hallamos dentro.
24 Cuando oyeron estas palabras el sumo sacerdote y el jefe de la guardia del templo y los principales sacerdotes, dudaban en qué vendría a parar aquello.
25 Pero viniendo uno, les dio esta noticia: He aquí, los varones que pusisteis en la cárcel están en el templo, y enseñan al pueblo.
26 Entonces fue el jefe de la guardia con los alguaciles, y los trajo sin violencia, porque temían ser apedreados por el pueblo.
27 Cuando los trajeron, los presentaron en el concilio, y el sumo sacerdote les preguntó,
28 diciendo: ¿No os mandamos estrictamente que no enseñaseis en ese nombre? Y ahora habéis llenado a Jerusalén de vuestra doctrina, y queréis echar sobre nosotros la sangre de ese hombre.
29 Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres.
30 El Dios de nuestros padres levantó a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándole en un madero.
31 A éste, Dios ha exaltado con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados.
32 Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen.
33 Ellos, oyendo esto, se enfurecían y querían matarlos.
34 Entonces levantándose en el concilio un fariseo llamado Gamaliel, doctor de la ley, venerado de todo el pueblo, mandó que sacasen fuera por un momento a los apóstoles,
35 y luego dijo: Varones israelitas, mirad por vosotros lo que vais a hacer respecto a estos hombres.
36 Porque antes de estos días se levantó Teudas, diciendo que era alguien. A éste se unió un número como de cuatrocientos hombres; pero él fue muerto, y todos los que le obedecían fueron dispersados y reducidos a nada.
37 Después de éste, se levantó Judas el galileo, en los días del censo, y llevó en pos de sí a mucho pueblo. Pereció también él, y todos los que le obedecían fueron dispersados.
38 Y ahora os digo: Apartaos de estos hombres, y dejadlos; porque si este consejo o esta obra es de los hombres, se desvanecerá;
39 mas si es de Dios, no la podréis destruir; no seáis tal vez hallados luchando contra Dios.
40 Y convinieron con él; y llamando a los apóstoles, después de azotarlos, les intimaron que no hablasen en el nombre de Jesús, y los pusieron en libertad.
41 Y ellos salieron de la presencia del concilio, gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre.
42 Y todos los días, en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo.



La historia de Ananías y Safira contrasta con la de Bernabé. Al parecer la envidia y el afán de congraciarse pudo mas que la honestidad y el precio fue muy caro para esta impostura.
Inmediatamente después de este doloroso evento, la gente estaba conmovida y muchos mas creían en Jesús, pero igualmente admiraban a Pedro y a Juan.   No se puede explicar de otra manera que a su paso pelearan porque su sombra les cobije y les sane. Y dice la biblia que todos eran sanados. Cómo no iban a venir a su encuentro?
Nuevamente las estructuras religiosas y civiles no aguantan esta conmoción y toman prisioneros a estos dos apóstoles. Los ponen bajo cadena y llaves, más un ángel del Señor les libera y salen directo a predicar en el templo.
Los del concilio mientras tanto desconocían esto y deciden mandarlos a llamar. Los guardias reportan que la cárcel estaba bien cerrada y que al abrirla los apóstoles no estaban allí. Casi inmediatamente les avisan que estos están predicando en el templo y en consecuencia se asustan. De todas maneras los mandan a ver y les invitan a una reunión “amable” para recordarles que les habían pedido que dejen de hablar de Jesús y de inculparles de su muerte.
Ellos repiten, a quién se debe obedecer a Dios o a los hombres?
Entonces algunos fanáticos querían matarlos.
Aquí aparece la figura de la que me quiero ocupar con detenimiento, Gamaliel, doctor de la ley.
Este personaje era fariseo y miembro del sanedrín, otros miembros eran los saduceos. Los primeros si creían en la resurrección y los segundos no, de manera que el conflicto puertas adentro era este.
Gamaliel se había ganado un lugar representativo y hace una abogacía de los apóstoles, para lo cual recurre a hechos históricos y recomienda que no se les haga daño porque si el movimiento que están organizando es de hombres desparecerá pero si es de Dios prevalecerá.
He aquí la lección para nuestra vida.

Pastor Roberto Proaño

domingo, 15 de febrero de 2015

Jesús es la roca



Lectura bíblica Hechos 4: 1-12(12)


1 Hablando ellos al pueblo, vinieron sobre ellos los sacerdotes con el jefe de la guardia del templo, y los saduceos,
resentidos de que enseñasen al pueblo, y anunciasen en Jesús la resurrección de entre los muertos.
Y les echaron mano, y los pusieron en la cárcel hasta el día siguiente, porque era ya tarde.
Pero muchos de los que habían oído la palabra, creyeron; y el número de los varones era como cinco mil.
Aconteció al día siguiente, que se reunieron en Jerusalén los gobernantes, los ancianos y los escribas,
y el sumo sacerdote Anás, y Caifás y Juan y Alejandro, y todos los que eran de la familia de los sumos sacerdotes;
y poniéndoles en medio, les preguntaron: ¿Con qué potestad, o en qué nombre, habéis hecho vosotros esto?
Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: Gobernantes del pueblo, y ancianos de Israel:
Puesto que hoy se nos interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo, de qué manera éste haya sido sanado,
10 sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano.
11 Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo.
12 Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.


Continuamos nuestro viaje por las páginas del libro de Hechos de los Apóstoles.
En esta ocasión vamos a aclarar un poco estas castas constituidas por sacerdotes, guardias y saduceos.
Curiosamente eran los mas molestos con el anuncio de la buenas nuevas y con la curación del cojo, que a propósito dice este capítulo en el verso 22 que tenía cuarenta años.
Les  molestaba y mucho que se dijera que Jesús había resucitado. Al parecer lo querían muerto y no vivo, esto les contristaba y les cambiaba su forma de gobierno, perdían autoridad, no se podía explicar que alguien a quien mataron esté vivo.
Aquí se sucede el primer gran anuncio ante las autoridades. Es Jesucristo el autor de la curación del cojo.
Aprovecha para dejarnos una enseñanza reveladora y aclaradora
En el verso 11, Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo.
Han pasado los años y esta verdad se ha ocultado. Hoy se dice que Pedro es la piedra sobre la cual se edifica la iglesia.
Gastaremos algunos minutos para explicarlo y enriquecerlo con el texto bíblico, con la esperanza de desvirtuar todo falso concepto.
La iglesia de Jesucristo reconoce a Jesús como la piedra angular.
El verso de oro es aquel que continúa y declara que en “ningún otro hay salvación”.
Todo esto sucedía cuando los mantenían detenidos a Pedro y a Juan. Les era imposible levantar una acusación por cuanto era evidente que el hombre estaba sano. No eran las letras , ni el dinero, ni la posición social, ni sus conexiones políticas las que les sirvieron, pues dice la biblia que eran sin letras y del vulgo. Lo que hacía la diferencia es que se notaban que estuvieron con Jesús.
Cuánto nos toca aprender de esta lección. El mundo necesita vernos y de esa manera conocer a Jesús. Lo que es mas dice la palabra que cuando oraban temblaba el lugar y el ES los conmovía.
Reiteradas veces se menciona que todos tenían las cosas en común, ponían sus cosas a los pies de los apóstoles y se repartía según su necesidad. Esto merece un comentario aparte.

Pastor Roberto Proaño
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