Lectura
bíblica: Hechos 5: 12-42(38-39)
Muchas señales y maravillas
12 Y por la mano de los apóstoles se hacían muchas señales y prodigios en el pueblo; y estaban todos unánimes en el pórtico de Salomón.
13 De los demás, ninguno se atrevía a juntarse con ellos; mas el pueblo los alababa grandemente.
14 Y los que creían en el Señor aumentaban más, gran número así de hombres como de mujeres;
15 tanto que sacaban los enfermos a las calles, y los ponían en camas y lechos, para que al pasar Pedro, a lo menos su sombra cayese sobre alguno de ellos.
16 Y aun de las ciudades vecinas muchos venían a Jerusalén, trayendo enfermos y atormentados de espíritus inmundos; y todos eran sanados.
Pedro y Juan son perseguidos
17 Entonces levantándose el sumo sacerdote y todos los que estaban con él, esto es, la secta de los saduceos, se llenaron de celos;
18 y echaron mano a los apóstoles y los pusieron en la cárcel pública.
19 Mas un ángel del Señor, abriendo de noche las puertas de la cárcel y sacándolos, dijo:
20 Id, y puestos en pie en el templo, anunciad al pueblo todas las palabras de esta vida.
21 Habiendo oído esto, entraron de mañana en el templo, y enseñaban.
Entre tanto, vinieron el sumo sacerdote y los que estaban con él, y convocaron al concilio y a todos los ancianos de los hijos de Israel, y enviaron a la cárcel para que fuesen traídos.
22 Pero cuando llegaron los alguaciles, no los hallaron en la cárcel; entonces volvieron y dieron aviso,
23 diciendo: Por cierto, la cárcel hemos hallado cerrada con toda seguridad, y los guardas afuera de pie ante las puertas; mas cuando abrimos, a nadie hallamos dentro.
24 Cuando oyeron estas palabras el sumo sacerdote y el jefe de la guardia del templo y los principales sacerdotes, dudaban en qué vendría a parar aquello.
25 Pero viniendo uno, les dio esta noticia: He aquí, los varones que pusisteis en la cárcel están en el templo, y enseñan al pueblo.
26 Entonces fue el jefe de la guardia con los alguaciles, y los trajo sin violencia, porque temían ser apedreados por el pueblo.
27 Cuando los trajeron, los presentaron en el concilio, y el sumo sacerdote les preguntó,
28 diciendo: ¿No os mandamos estrictamente que no enseñaseis en ese nombre? Y ahora habéis llenado a Jerusalén de vuestra doctrina, y queréis echar sobre nosotros la sangre de ese hombre.
29 Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres.
30 El Dios de nuestros padres levantó a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándole en un madero.
31 A éste, Dios ha exaltado con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados.
32 Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen.
33 Ellos, oyendo esto, se enfurecían y querían matarlos.
34 Entonces levantándose en el concilio un fariseo llamado Gamaliel, doctor de la ley, venerado de todo el pueblo, mandó que sacasen fuera por un momento a los apóstoles,
35 y luego dijo: Varones israelitas, mirad por vosotros lo que vais a hacer respecto a estos hombres.
36 Porque antes de estos días se levantó Teudas, diciendo que era alguien. A éste se unió un número como de cuatrocientos hombres; pero él fue muerto, y todos los que le obedecían fueron dispersados y reducidos a nada.
37 Después de éste, se levantó Judas el galileo, en los días del censo, y llevó en pos de sí a mucho pueblo. Pereció también él, y todos los que le obedecían fueron dispersados.
38 Y ahora os digo: Apartaos de estos hombres, y dejadlos; porque si este consejo o esta obra es de los hombres, se desvanecerá;
39 mas si es de Dios, no la podréis destruir; no seáis tal vez hallados luchando contra Dios.
40 Y convinieron con él; y llamando a los apóstoles, después de azotarlos, les intimaron que no hablasen en el nombre de Jesús, y los pusieron en libertad.
41 Y ellos salieron de la presencia del concilio, gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre.
42 Y todos los días, en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo.
La
historia de Ananías y Safira contrasta con la de Bernabé. Al parecer la envidia
y el afán de congraciarse pudo mas que la honestidad y el precio fue muy caro
para esta impostura.
Inmediatamente
después de este doloroso evento, la gente estaba conmovida y muchos mas creían
en Jesús, pero igualmente admiraban a Pedro y a Juan. No se puede explicar de otra manera que a su
paso pelearan porque su sombra les cobije y les sane. Y dice la biblia que
todos eran sanados. Cómo no iban a venir a su encuentro?
Nuevamente
las estructuras religiosas y civiles no aguantan esta conmoción y toman
prisioneros a estos dos apóstoles. Los ponen bajo cadena y llaves, más un ángel
del Señor les libera y salen directo a predicar en el templo.
Los
del concilio mientras tanto desconocían esto y deciden mandarlos a llamar. Los
guardias reportan que la cárcel estaba bien cerrada y que al abrirla los
apóstoles no estaban allí. Casi inmediatamente les avisan que estos están
predicando en el templo y en consecuencia se asustan. De todas maneras los
mandan a ver y les invitan a una reunión “amable” para recordarles que les
habían pedido que dejen de hablar de Jesús y de inculparles de su muerte.
Ellos
repiten, a quién se debe obedecer a Dios o a los hombres?
Entonces
algunos fanáticos querían matarlos.
Aquí
aparece la figura de la que me quiero ocupar con detenimiento, Gamaliel, doctor
de la ley.
Este
personaje era fariseo y miembro del sanedrín, otros miembros eran los saduceos.
Los primeros si creían en la resurrección y los segundos no, de manera que el
conflicto puertas adentro era este.
Gamaliel
se había ganado un lugar representativo y hace una abogacía de los apóstoles,
para lo cual recurre a hechos históricos y recomienda que no se les haga daño
porque si el movimiento que están organizando es de hombres desparecerá pero si
es de Dios prevalecerá.
He
aquí la lección para nuestra vida.
Pastor Roberto Proaño