domingo, 3 de noviembre de 2013

Un cambio de vida


Lectura bíblica: Romanos 12: 1-21 (1)

Tratar de resumir o compendiar las enseñanzas de este capítulo, en un solo mensaje de 45 minutos es tarea imposible. Hay tanto material condensado en esta escritura paulina que debemos ampliarlo en los estudios bíblicos de cada manantial y aun así nos faltará tiempo.
Posiblemente logre algo del objetivo al analizar este primer verso y aspiro que el ES nos llene de su amor y conocimiento para discernir con la profundidad del caso.
La expresión vertida sobre los “hermanos” hace que nos sintamos incluidos inmediatamente y la forma del verbo “les ruego” en griego es PARAKALEO que mezcla lo que es una súplica pero con autoridad. Viene a mi mente esas reprensiones de casa en donde les decimos con voz firme a nuestros hijos, te rogaría que no se repita, al referirnos a alguna amonestación generosa pero firme.
Le sigue la expresión “misericordias de Dios” como una forma de recordar las múltiples manifestaciones de amor del Señor, siendo la principal la salvación, que no es por mérito humano sino por gracia de Dios, esto es misericordia.
Seguidamente viene el pedido, “que presentéis vuestros cuerpos, en sacrificio santo y agradable a Dios, que es vuestro culto racional”, dejándonos en la tarea de revisar nuestra conversión que es por fe.
En la pasada semana hemos recordado a Lutero y uno de los hechos sobresalientes de la Reforma fue la abolición de las indulgencias, aceptando que para ser salvos basta la fe. Pero hay que rescatar a Pablo con este pedido para ir mas allá en la comprensión de que la salvación que es por fe compromete el cuerpo.
Caso contrario estamos mutilando la acción del ES en nuestra conversión y provocamos una nueva forma de indulgencia, llamémosla evangélica, soy salvo por fe pero vivo en mi cuerpo como yo quiero.
Resuenan en mis oídos estas palabras del Señor “SIN SANTIDAD NADIE VERÁ AL SEÑOR” “SED SANTOS COMO YO SOY SANTO” y son las demandas de una fe comprometida con la mente y el cuerpo.
Que al revisar este capítulo podamos revisar nuestras vidas y conciliar el evangelio integral en las mismas.

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