sábado, 12 de abril de 2014

Un rey sencillo

Lectura bíblica: Lucas  19: 28-40 (40)
19:28 Dicho esto, iba delante subiendo a Jerusalén.
 19:29 Y aconteció que llegando cerca de Betfagé y de Betania, al monte que se llama de los Olivos, envió dos de sus discípulos,
 19:30 diciendo: Id a la aldea de enfrente, y al entrar en ella hallaréis un pollino atado, en el cual ningún hombre ha montado jamás; desatadlo, y traedlo.
 19:31  Y si alguien os preguntare: ¿Por qué lo desatáis? le responderéis así: Porque el Señor lo necesita.
 19:32 Fueron los que habían sido enviados, y hallaron como les dijo.
 19:33 Y cuando desataban el pollino, sus dueños les dijeron: ¿Por qué desatáis el pollino?
 19:34 Ellos dijeron: Porque el Señor lo necesita.
 19:35 Y lo trajeron a Jesús; y habiendo echado sus mantos sobre el pollino, subieron a Jesús encima.
 19:36 Y a su paso tendían sus mantos por el camino.
 19:37 Cuando llegaban ya cerca de la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzó a alabar a Dios a grandes voces por todas las maravillas que habían visto,
 19:38 diciendo: ¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor; paz en el cielo, y gloria en las alturas!
 19:39 Entonces algunos de los fariseos de entre la multitud le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos.
 19:40 El, respondiendo, les dijo: Os digo que si éstos callaran, las piedras clamarían.
Estamos frente a la narración de la conocida entrada triunfal de Jesús. Entrada que por cierto convoca hasta el día de hoy a mucha gente a Jerusalén.
Es bueno recordar los antecedentes de este hecho histórico que están precedidos por milagros y manifestaciones doctrinales portentosas. Para citar los mas relevantes, están el encuentro con los niños, la curación del ciego en Jericó, la entrevista con Zaqueo, etc.
En medio de esta concitada atención , se produce una orden singular. Ir a una casa y buscar un pollino, esto es un pequeño asno no montado por nadie, prepararlo para un paseo de demostración como entrada  triunfal en la ciudad de Jerusalén, cosa que provoca que la gran cantidad de gente se pronuncie con gritos de gratitud al maestro por lo que habían visto y oído.
Toda la ceremonia incluía reverencias y loas. Le agitaban palmas y tendían mantos a su paso. Decían “Bendito el rey que viene en el nombre del Señor, paz en el cielo y gloria en las alturas…”
Pero por otra parte estaban las autoridades romanas y judías que muy molestos por la popularidad que había logrado el maestro buscaban como criticar y veían por que lado argumentar legalmente su aparición a la vez que querían desacreditarlo.
Inicialmente uno de los fariseos le solicita que reprenda a sus discípulos por hacer bulla y algarabía anunciándolo como el rey.
Ante este pedido Jesús responde a estos fariseos: “os digo que si estos callan, las piedras clamarían”.
La sencillez de este rey para anunciar su reino y la sabiduría para enfrentar las críticas nos dejan múltiples enseñanzas. Hoy por hoy no se concibe como alguien con tanto poder no demuestre el mismo y sea tan sereno para no agrandarse ante tanta aclamación multitudinaria. Sin perder la visión de su ministerio, encarga a sus discípulos tareas que solo ellos pueden realizar.
Y si callamos, las piedras hablarán por nosotros. 
Pastor: Dr. Roberto Proaño

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