Lectura Bíblica Mateo 2:1,3 (2)
2:1 Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos,
2:2 diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle.
2:3 Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él.
Independientemente de cómo se festeja Navidad en las diferentes
culturas, o de si la fecha de la celebración corresponde o no a la realidad, el
relato bíblico original es una historia tierna y emotiva, que encierra
lecciones espirituales que no debiéramos pasar por alto.
A estos personajes de la historia se los conoce como los “Sabios de
Oriente o los Tres Reyes Magos”, aunque un análisis objetivo podría concluir
que no eran tres, ni eran reyes, ni eran magos. La palabra usada en el lenguaje
original no se refiere a los que en nuestros días se llaman comúnmente magos,
al estilo de David Copperfield, y que son mayormente ilusionistas. Los magos de
la antigüedad eran estudiosos del calendario, la astronomía y la naturaleza, y
pretendían anticipar fenómenos futuros. Eran los consejeros de las cortes antiguas,
aunque no serían exactamente científicos en el estricto sentido moderno de la
palabra.
Al principio se creía que eran nueve; después siete, cuatro, hasta
llegar a tres. El número tres finalmente se adoptó por el hecho de que los
sabios trajeron tres clases de regalos. Obviamente no eran reyes, pues no
fueron recibidos como tales en la corte de Heredes, ni viajaron con una gran
comitiva o ejército, como habría sido el caso de un rey.
Es maravilloso que extranjeros y ajenos a la religión judía fuesen guiados
por Dios para honrar al Mesías. Esto nos habla de la providencia exquisita de
Dios, y del hecho de que él no hace acepción de personas. El Señor guía y
conduce a los que están abiertos a su dirección, sin importar quienes sean, ni
de donde vengan, porque cuando lo hagan, sus vidas serán transformadas para
siempre.
¡Feliz Navidad!
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