viernes, 30 de diciembre de 2011

Volver a empezar

Lectura bíblica: Marcos 14:26-31 (31)
14:26 Cuando hubieron cantado el himno, salieron al monte de los Olivos.
14:27 Entonces Jesús les dijo: Todos os escandalizaréis de mí esta noche; porque escrito está: Heriré al pastor, y las ovejas serán dispersadas.
14:28 Pero después que haya resucitado, iré delante de vosotros a Galilea.
14:29 Entonces Pedro le dijo: Aunque todos se escandalicen, yo no.
14:30 Y le dijo Jesús: De cierto te digo que tú, hoy, en esta noche, antes que el gallo haya cantado dos veces, me negarás tres veces.
14:31 Mas él con mayor insistencia decía: Si me fuere necesario morir contigo, no te negaré. También todos decían lo mismo.

Uno de los ejercicios que las personas hacemos cada fin de año es, chequear la balanza de nuestra vida; hacer una evaluación de si las cosas han sido favorables o no, si donde estamos parados hoy es la meta del objetivo que nos trazamos o estamos donde las circunstancias nos llevaron alejándonos de lo que alguna vez soñamos. Sin embargo, cada vez hay menos personas que se atreven a planificar con atención las metas que desean alcanzar en un futuro.

Esto posiblemente se debe a que cuando nos evaluamos cada fin de año, para la gran mayoría los resultados no son muy satisfactorios; hay cosas que no logramos hacer, poco a poco nuestros planes fueron perdiéndose en el tiempo, lo urgente opacó lo importante e incluso los pactos que hicimos con Dios antes de empezar el año que pasó, fueron rotos.

Estos déficits en los resultados, acumulan obstáculos que si no tomamos en cuenta, sutilmente hurtan nuestra capacidad de vivir por un objetivo; dándonos un estilo de vida circunstancial porque el temor de fracasar otra vez nos petrifica. Preferimos ya no prometer nada a Dios para este año, porque no queremos fallarle. Preferimos no hacer planes trascendentales para no volver a vivir nuevas frustraciones.

Dios no quiere que vivamos una vida descomprometida con nuestra realidad. Él conoce nuestras falencias y sabe que muchas de las cosas que le prometemos se verán interrumpidas por nuestra humanidad. Lo mismo le sucedió al apóstol Pedro, prometió ser fiel a Jesús hasta la muerte, pero al paso de algunas horas lo estuvo negando. Pedro se descalificó a sí mismo para el ministerio, regresó a las redes, al mar, a la pesca, regresó a su vida sin sentido, sin planes ni sueños. Pero el mismo Jesús lo buscó para hacerle entender que los desaciertos del pasado no deben determinar nuestra visión del futuro.

Feliz año nuevo a todos y que Dios nos permita a través de su palabra, soñar sin temores para este nuevo año.
Ptr. José L. Verdi

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