miércoles, 15 de febrero de 2012

El perdón y los recuerdos

Lectura bíblica: Mateo 18:23-35 (35)
18:23 Por lo cual el reino de los cielos es semejante a un
rey que quiso
hacer cuentas con sus siervos.18:24
Y comenzando a hacer cuentas, le fue
presentado uno que le debía diez mil
talentos.18:25 A éste, como no pudo
pagar, ordenó
su señor venderle, y a su mujer e hijos, y todo lo que tenía,
para que se le
pagase la deuda.18:26 Entonces aquel siervo,
postrado, le
suplicaba, diciendo: Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo
pagaré
todo.18:27 El señor de aquel siervo,
movido a misericordia, le soltó y le
perdonó la deuda.18:28 Pero saliendo aquel siervo, halló a uno de sus
consiervos, que le
debía cien denarios; y asiendo de él, le ahogaba,
diciendo: Págame lo que me
debes.18:29 Entonces su consiervo, postrándose a
sus pies, le rogaba diciendo: Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré
todo.18:30 Mas él no quiso, sino fue y le echó en
la cárcel, hasta que
pagase la deuda.18:31 Viendo
sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron
mucho, y fueron y refirieron a
su señor todo lo que había pasado.18:32
Entonces,
llamándole su señor, le dijo: Siervo malvado, toda aquella deuda
te perdoné,
porque me rogaste.18:33 ¿No debías tú también
tener
misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de
ti?18:34 Entonces
su señor, enojado, le entregó a
los verdugos, hasta que pagase todo lo que
le debía. 18:35 Así también mi Padre
celestial hará con vosotros si no
perdonáis de todo corazón cada uno a su
hermano sus ofensas.

A ninguna persona le gusta tener deudas. Cuántos
quisiéramos que las deudas que tenemos ahora, sean pagadas de una vez. Tampoco
es muy agradable saber que hay gente que nos debe, y tener que andar detrás de
nuestros deudores para que nos paguen. Deber o que nos deban será siempre una
situación incómoda. Pero a veces escogemos vivir ese estilo de vida, ya sea,
debiendo a alguien o andando por ahí para que nos paguen, y no me refiero
necesariamente al dinero. Hay experiencias en la vida en que algunas personas
nos quedan debiendo algo, puede ser desde un simple saludo hasta el derecho de
habernos dado amor. Amigos o cónyuges que nos quedaron debiendo la fidelidad, o
padres y hermanos que nos quedaron debiendo la lealtad o el respeto. Y nosotros
andamos en busca de poder cobrar esa deuda, porque sentimos que nos han quitado
algo y tienen que pagar por eso.
La Biblia nos cuenta la historia de tres
personajes que se vieron envueltos en una situación similar. Jesús, en el
evangelio de Mateo, no menciona sus nombres, solamente se refiere a ellos como:
El señor, el siervo y el consiervo. El siervo le debía mucho dinero al señor,
pero éste viendo que el siervo no tenía con qué pagarle, decidió perdonarle la
deuda. Sin embargo, el siervo tenía un consiervo que le debía dinero, y en vez
de perdonarle la deuda como lo hizo el señor con él, mandó a encarcelar al
consiervo hasta que le pague el último centavo. ¿No debía, este siervo, haber
tenido misericordia con su consiervo, y perdonarle la deuda; así como el señor
tuvo misericordia de él? Sí, pero no lo hizo, decidió no perdonar y hacer daño
a su consiervo. Pero esto tuvo consecuencias trágicas para él y su familia, porque
cuando el señor se enteró lo que había hecho, hizo lo mismo con él, por no
haber tenido misericordia.
Dios, que es nuestro Señor, nos perdonó una deuda
eterna ¡Imposible de pagar! Para que nosotros también hagamos lo mismo. Pero a
veces nos comportamos como el siervo del relato, que aunque recibió el perdón
de su Señor por una deuda mayor, no fue capaz de perdonar a su consiervo por
una deuda menor. Dios no quiere que andemos por la vida cobrando las deudas por
lo que nos hicieron, él nos llama a perdonar y olvidar el pasado que
arrastramos. Si eres un hijo de Dios, debes perdonar, porque esa es la voluntad
de nuestro Padre.
Ptr. José L. Verdi

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