miércoles, 26 de marzo de 2014

Corriendo hacia Dios

Lectura bíblica: Jonás cap. 2 (2:8)
2:1 Entonces oró Jonás a Jehová su Dios desde el vientre del pez,
2:2 y dijo:
Invoqué en mi angustia a Jehová, y él me oyó; 
Desde el seno del Seol clamé, 
Y mi voz oíste. 
2:3 Me echaste a lo profundo, en medio de los mares, 
Y me rodeó la corriente; 
Todas tus ondas y tus olas pasaron sobre mí. 
2:4 Entonces dije: Desechado soy de delante de tus ojos; 
Mas aún veré tu santo templo. 
2:5 Las aguas me rodearon hasta el alma, 
Rodeóme el abismo; 
El alga se enredó a mi cabeza. 
2:6 Descendí a los cimientos de los montes; 
La tierra echó sus cerrojos sobre mí para siempre; 
Mas tú sacaste mi vida de la sepultura, oh Jehová Dios mío. 
2:7 Cuando mi alma desfallecía en mí, me acordé de Jehová, 
Y mi oración llegó hasta ti en tu santo templo. 
2:8 Los que siguen vanidades ilusorias, 
Su misericordia abandonan. 

2:9 Mas yo con voz de alabanza te ofreceré sacrificios; 
Pagaré lo que prometí. 
La salvación es de Jehová. 
2:10 Y mandó Jehová al pez, y vomitó a Jonás en tierra.
Luego de haber huido de la presencia de Dios, Jonás entra en una turbulencia en su vida.
  Resignado a recibir su culpa cae a las aguas del mar, vale decir que se lanzó al abandono. Posiblemente fue una caída angustiosa, quien sabe cerró sus ojos y aguantó el impacto, quizás luchó contra las fuerzas de las aguas hasta que se rindió.
Justo cuando lo daba por perdido todo, sucede este gran milagro, el inesperado momento en que Dios se aparece, EL había provisto un pez, lo llamamos ballena pero no sabemos si sería este mamífero u otro parecido que se lo tragó y dice el texto bíblico que permaneció en su vientre, tres días y tres noches.
Esta habitación inusual preservó la vida de Jonás en condiciones extremas. Podemos imaginar las condiciones de oscuridad, de inmersión y presurización, de humedad permanente y de mal olor, quizás nauseabundo lugar, sin cama, frío, sin ventilación.
Lo único que podía hacer mientras estaba consciente era orar al Señor.
Este es el inicio de la búsqueda de Dios. Cuando las condiciones en la vida son precarias siempre encontraremos las palabras para hablar con el Creador.
Vale la pena pasar por las palabras de esta oración de Jonás y probablemente sean las misma de algunos de nosotros cuando estamos desesperados.
La gente que ha estado cerca de morir cuenta como en minutos su vida pasa por la mente. Cuadros rápidos con la foto de sus más queridos se muestran vívidamente.
Reconocer el pecado que nos aleja de Dios es lo primordial.
Buscar su misericordia significa humillarse en su presencia.
Cantar y alabar a Dios en los momentos más difíciles, ayuda, abre el corazón y el entendimiento.
Ofrecer tu vida a cambio puede significar la salvación.
Esto le pasó a Jonás y el pez lo devolvió a tierra.

Pastor:Dr. Roberto Proaño   

Un profeta malgenio

Lectura bíblica: Jonás capítulo 1 (1:17)
1:1 Vino palabra de Jehová a Jonás hijo de Amitai, diciendo:
1:2 Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y pregona contra ella; porque ha subido su maldad delante de mí.
1:3 Y Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis, y descendió a Jope, y halló una nave que partía para Tarsis; y pagando su pasaje, entró en ella para irse con ellos a Tarsis, lejos de la presencia de Jehová.
1:4 Pero Jehová hizo levantar un gran viento en el mar, y hubo en el mar una tempestad tan grande que se pensó que se partiría la nave.
1:5 Y los marineros tuvieron miedo, y cada uno clamaba a su dios; y echaron al mar los enseres que había en la nave, para descargarla de ellos. Pero Jonás había bajado al interior de la nave, y se había echado a dormir.
1:6 Y el patrón de la nave se le acercó y le dijo: ¿Qué tienes, dormilón? Levántate, y clama a tu Dios; quizá él tendrá compasión de nosotros, y no pereceremos.
1:7 Y dijeron cada uno a su compañero: Venid y echemos suertes, para que sepamos por causa de quién nos ha venido este mal. Y echaron suertes, y la suerte cayó sobre Jonás.
1:8 Entonces le dijeron ellos: Decláranos ahora por qué nos ha venido este mal. ¿Qué oficio tienes, y de dónde vienes? ¿Cuál es tu tierra, y de qué pueblo eres?
1:9 Y él les respondió: Soy hebreo, y temo a Jehová, Dios de los cielos, que hizo el mar y la tierra.
1:10 Y aquellos hombres temieron sobremanera, y le dijeron: ¿Por qué has hecho esto? Porque ellos sabían que huía de la presencia de Jehová, pues él se lo había declarado.
1:11 Y le dijeron: ¿Qué haremos contigo para que el mar se nos aquiete? Porque el mar se iba embraveciendo más y más.
1:12 El les respondió: Tomadme y echadme al mar, y el mar se os aquietará; porque yo sé que por mi causa ha venido esta gran tempestad sobre vosotros.
1:13 Y aquellos hombres trabajaron para hacer volver la nave a tierra; mas no pudieron, porque el mar se iba embraveciendo más y más contra ellos.
1:14 Entonces clamaron a Jehová y dijeron: Te rogamos ahora, Jehová, que no perezcamos nosotros por la vida de este hombre, ni pongas sobre nosotros la sangre inocente; porque tú, Jehová, has hecho como has querido.
1:15 Y tomaron a Jonás, y lo echaron al mar; y el mar se aquietó de su furor.
1:16 Y temieron aquellos hombres a Jehová con gran temor, y ofrecieron sacrificio a Jehová, e hicieron votos.
1:17 Pero Jehová tenía preparado un gran pez que tragase a Jonás; y estuvo Jonás en el vientre del pez tres días y tres noches.
Llegamos a un libro por demás conocido pero que siempre arroja enseñanzas frescas. Esta es la estructura de este libro para nuestra consideración, primero está el tema Huyendo de Dios, luego Corriendo hacia Dios, seguiremos en el análisis de Corriendo con Dios y terminaremos de mirar como se Corre contra Dios.
Esta es la propuesta de Charles Swindoll en su libro “La obra maestra de Dios” volumen tres, que lo estamos usando de guía en nuestros estudios bíblicos de los “manantiales” respectivos.
Iniciaremos entonces conociendo un poco mas de esta historia. Se nombra a Nínive, que fue una importante ciudad asiria que hoy se corresponde con Irak. Alrededor del 1800 a. C. esta ciudad era el templo de la diosa Ishtar, fue edificada  por el rey Nimrod, bisnieto de Noé (Gen. 10: 7-11)
700 a. C. el rey Senaquerib la transformó en una ciudad magnífica pero pagana.
Aquí entra en escena Jonás, cuyo nombre significa “paloma” hijo de Amitai que significa “verdadero”. Con la expresión “vino palabra de Jehová…” se da a entender que Dios habla directamente con el personaje.
En este caso le dice a Jonás que se vaya a Nínive, a esta gran ciudad pagana para denunciar su pecado.
En este momento se abre el capítulo de la huida de Jonás de la presencia de Dios y la desobediencia camuflada a la orden de Dios.
Toma con rumbo opuesto. Siempre encontraremos boletos para salir huyendo, ud y yo ya sabemos quien es el boletero de la desobediencia.
Lo interesante está en el análisis de que sucede cuando estamos viviendo en desobediencia. Siga cuidadosamente esta secuencia y encontrará la clave de muchas desazones en su vida.
Que Dios nos bendiga en este estudio.

Pastor: Dr. Roberto Proaño

domingo, 23 de marzo de 2014

El que la hace la paga



 Lectura bíblica: Abdías (todo el capítulo) (1:3)

1:1 Visión de Abdías. Jehová el Señor ha dicho así en cuanto a Edom: Hemos oído el pregón de Jehová, y mensajero ha sido enviado a las naciones. Levantaos, y levantémonos contra este pueblo en batalla.
1:2 He aquí, pequeño te he hecho entre las naciones; estás abatido en gran manera.
1:3 La soberbia de tu corazón te ha engañado, tú que moras en las hendiduras de las peñas, en tu altísima morada; que dices en tu corazón: ¿Quién me derribará a tierra?
1:4 Si te remontares como águila, y aunque entre las estrellas pusieres tu nido, de ahí te derribaré, dice Jehová.
1:5 Si ladrones vinieran a ti, o robadores de noche (¡cómo has sido destruido!), ¿no hurtarían lo que les bastase? Si entraran a ti vendimiadores, ¿no dejarían algún rebusco?
1:6 ¡Cómo fueron escudriñadas las cosas de Esaú! Sus tesoros escondidos fueron buscados.
1:7 Todos tus aliados te han engañado; hasta los confines te hicieron llegar; los que estaban en paz contigo prevalecieron contra ti; los que comían tu pan pusieron lazo debajo de ti; no hay en ello entendimiento.
1:8 ¿No haré que perezcan en aquel día, dice Jehová, los sabios de Edom, y la prudencia del monte de Esaú?
1:9 Y tus valientes, oh Temán, serán amedrentados; porque todo hombre será cortado del monte de Esaú por el estrago.
1:10 Por la injuria a tu hermano Jacob te cubrirá vergüenza, y serás cortado para siempre.
1:11 El día que estando tú delante, llevaban extraños cautivo su ejército, y extraños entraban por sus puertas, y echaban suertes sobre Jerusalén, tú también eras como uno de ellos.
1:12 Pues no debiste tú haber estado mirando en el día de tu hermano, en el día de su infortunio; no debiste haberte alegrado de los hijos de Judá en el día en que se perdieron, ni debiste haberte jactado en el día de la angustia.
1:13 No debiste haber entrado por la puerta de mi pueblo en el día de su quebrantamiento; no, no debiste haber mirado su mal en el día de su quebranto, ni haber echado mano a sus bienes en el día de su calamidad.
1:14 Tampoco debiste haberte parado en las encrucijadas para matar a los que de ellos escapasen; ni debiste haber entregado a los que quedaban en el día de angustia.
1:15 Porque cercano está el día de Jehová sobre todas las naciones; como tú hiciste se hará contigo; tu recompensa volverá sobre tu cabeza.
1:De la manera que vosotros bebisteis en mi santo monte, beberán continuamente todas las naciones; beberán, y engullirán, y serán como si no hubieran sido.
1:17 Mas en el monte de Sion habrá un remanente que se salve; y será santo, y la casa de Jacob recuperará sus posesiones.
1:18 La casa de Jacob será fuego, y la casa de José será llama, y la casa de Esaú estopa, y los quemarán y los consumirán; ni aun resto quedará de la casa de Esaú, porque Jehová lo ha dicho.
1:19 Y los del Neguev poseerán el monte de Esaú, y los de la Sefela a los filisteos; poseerán también los campos de Efraín, y los campos de Samaria; y Benjamín a Galaad.
1:20 Y los cautivos de este ejército de los hijos de Israel poseerán lo de los cananeos hasta Sarepta; y los cautivos de Jerusalén que están en Sefarad poseerán las ciudades del Neguev.
1:21 Y subirán salvadores al monte de Sion para juzgar al monte de Esaú; y el reino será de Jehová.



Si usted leyó este pasaje de veinte y un versos, entonces ha leído un libro de la biblia.
Es un libro corto, quizás el menor de los profetas menores por su extensión, no por ello su profecía es de poca importancia.
Nos muestra el resultado de una vida enemistada, que vive en soberbia, que se goza del dolor que sufre nada menos que su hermano.
Hay que remontarse a la historia desde Isaac y Rebeca, quienes tuvieron gemelos y estos protagonizaron problemas aun desde el vientre de la madre, sus nombres Esaú y Jacob.
Recordemos esta historia relatada en el texto bíblico en Génesis 25. Esaú quiere decir “velludo”, pero también fue conocido como Edom que quiere decir rojo, debido a la historia de venta de su primogenitura por un plato de lentejas o “guiso rojo”.
Por otro lado estaba Jacob, cuyo nombre significa Israel y fue aquel que peleó con el ángel hasta que lo bendijera.
Estos dos hermanos representaron a dos pueblos que se enemistaron desde siempre.
Cuando Israel salió de Egipto, Esaú le negó el paso por su tierra, Números 20:14-21, no obstante Israel había sido instruido para ser amable con ellos, según Deuteronomio 23: 7,8.
Abdías está profetizando contra Edom porque se ha portado mal con Israel y le anticipa que va a sufrir igualmente como hizo sufrir.
Mientras los israelitas vivían establemente en su tierra, los Edomitas lo hacían en las montañas y se mudaban fácilmente.
Fueron crueles y se gozaron cuando Judá fue invadida. Abdías les anticipa de las calamidades que le sobrevendrán.
Impresiona al estudioso de la biblia el parecido de esta profecía en los versos 1 al 9, con la hecha por Jeremías en el capítulo 49: 7-22
No importando quien fue el primero. Este tema del orgullo y la maldad, nos enseña como Dios maneja estas situaciones aún el día de hoy.

Pastor: Roberto Proaño




domingo, 9 de marzo de 2014

Perdón y olvido

Lectura bíblica: Amós cap. 9  (8: 11)
9:1  Vi al Señor que estaba sobre el altar, y dijo: Derriba el capitel, y estremézcanse las puertas, y hazlos pedazos sobre la cabeza de todos; y al postrero de ellos mataré a espada; no habrá de ellos quien huya, ni quien escape.
9:2 Aunque cavasen hasta el Seol, de allá los tomará mi mano; y aunque subieren hasta el cielo, de allá los haré descender.
9:3 Si se escondieren en la cumbre del Carmelo, allí los buscaré y los tomaré; y aunque se escondieren de delante de mis ojos en lo profundo del mar, allí mandaré a la serpiente y los morderá.
9:4 Y si fueren en cautiverio delante de sus enemigos, allí mandaré la espada, y los matará; y pondré sobre ellos mis ojos para mal, y no para bien.
9:5 El Señor, Jehová de los ejércitos, es el que toca la tierra, y se derretirá, y llorarán todos los que en ella moran; y crecerá toda como un río, y mermará luego como el río de Egipto.
9:6 El edificó en el cielo sus cámaras, y ha establecido su expansión sobre la tierra; él llama las aguas del mar, y sobre la faz de la tierra las derrama; Jehová es su nombre.
9:7 Hijos de Israel, ¿no me sois vosotros como hijos de etíopes, dice Jehová? ¿No hice yo subir a Israel de la tierra de Egipto, y a los filisteos de Caftor, y de Kir a los arameos?
9:8 He aquí los ojos de Jehová el Señor están contra el reino pecador, y yo lo asolaré de la faz de la tierra; mas no destruiré del todo la casa de Jacob, dice Jehová.
9:9 Porque he aquí yo mandaré y haré que la casa de Israel sea zarandeada entre todas las naciones, como se zarandea el grano en una criba, y no cae un granito en la tierra.
9:10 A espada morirán todos los pecadores de mi pueblo, que dicen: No se acercará, ni nos alcanzará el mal.
9:11 En aquel día yo levantaré el tabernáculo caído de David, y cerraré sus portillos y levantaré sus ruinas, y lo edificaré como en el tiempo pasado;
9:12 para que aquellos sobre los cuales es invocado mi nombre posean el resto de Edom, y a todas las naciones, dice Jehová que hace esto.
9:13 He aquí vienen días, dice Jehová, en que el que ara alcanzará al segador, y el pisador de las uvas al que lleve la simiente; y los montes destilarán mosto, y todos los collados se derretirán.
9:14 Y traeré del cautiverio a mi pueblo Israel, y edificarán ellos las ciudades asoladas, y las habitarán; plantarán viñas, y beberán el vino de ellas, y harán huertos, y comerán el fruto de ellos.
9:15 Pues los plantaré sobre su tierra, y nunca más serán arrancados de su tierra que yo les di, ha dicho Jehová Dios tuyo.
Esta singular expresión, acuñada en los pasados años de la política ecuatoriana, se me vino a la mente con el epílogo de este libro profético, en donde Amós finalmente muestra el gran amor de Dios.
Los capítulos precedentes describen el castigo de Dios para con el pueblo infiel, llamo la atención al verso 11 del capítulo 8, en donde se dice:
 “He aquí viene días , dice Jehová el Señor, en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra de Jehová”.
Con el agravante de que no la encontrarán en ningún lado.
En este mundo de la ciencia, nos movemos entre congresos, seminarios, talleres. La informática nos inunda de información, las suscripciones para mantenernos actualizados son el pan de cada día.
Si usted quiere puede hacer un curso “on line” y hasta recibir un diploma de haber culminado sus estudios a distancia. Milagrosamente todavía la cirugía necesita de un tutor y práctica supervisada. Nadie quiere ser atendido por un médico de título virtual.
Pero curiosamente los estudios bíblicos cada vez son mas escasos.
Estudiar la palabra de Dios, reunirse para orar y tener comunión es un modelo en extinción.
Dice la biblia que llegarán los días cuando buscarán y no encontrarán un lugar para estudiar la palabra de Jehová. Esto refuerza nuestra dedicación a los “manantiales”.
Recuerden queridos hermanos que el centro de nuestra reunión es la palabra de Dios, todo lo demás el mismo Señor lo añade para bendición. Abramos las puertas de nuestras casas por que hay gente con hambre de la palabra.
El colofón de esta hambre es que el Señor muestra su gran amor, perdona y olvida nuestras deudas,  mientras a cambio adquirimos el compromiso de ser santos como EL es santo.



Pastor: Dr. Roberto Proaño
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