domingo, 25 de enero de 2015

El autor del milagro

Lectura bíblica: Hechos 3: 1-26 (6)

Curación de un cojo

Pedro y Juan subían juntos al templo a la hora novena, la de la oración.
Y era traído un hombre cojo de nacimiento, a quien ponían cada día a la puerta del templo que se llama la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban en el templo.
Este, cuando vio a Pedro y a Juan que iban a entrar en el templo, les rogaba que le diesen limosna.
Pedro, con Juan, fijando en él los ojos, le dijo: Míranos.
Entonces él les estuvo atento, esperando recibir de ellos algo.
Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda.
Y tomándole por la mano derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y tobillos;
y saltando, se puso en pie y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, y saltando, y alabando a Dios.
Y todo el pueblo le vio andar y alabar a Dios.
10 Y le reconocían que era el que se sentaba a pedir limosna a la puerta del templo, la Hermosa; y se llenaron de asombro y espanto por lo que le había sucedido.

Discurso de Pedro en el pórtico de Salomón

11 Y teniendo asidos a Pedro y a Juan el cojo que había sido sanado, todo el pueblo, atónito, concurrió a ellos al pórtico que se llama de Salomón.
12 Viendo esto Pedro, respondió al pueblo: Varones israelitas, ¿por qué os maravilláis de esto? ¿o por qué ponéis los ojos en nosotros, como si por nuestro poder o piedad hubiésemos hecho andar a éste?
13 El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su Hijo Jesús, a quien vosotros entregasteis y negasteis delante de Pilato, cuando éste había resuelto ponerle en libertad.
14 Mas vosotros negasteis al Santo y al Justo, y pedisteis que se os diese un homicida,
15 y matasteis al Autor de la vida, a quien Dios ha resucitado de los muertos, de lo cual nosotros somos testigos.
16 Y por la fe en su nombre, a éste, que vosotros veis y conocéis, le ha confirmado su nombre; y la fe que es por él ha dado a éste esta completa sanidad en presencia de todos vosotros.
17 Mas ahora, hermanos, sé que por ignorancia lo habéis hecho, como también vuestros gobernantes.
18 Pero Dios ha cumplido así lo que había antes anunciado por boca de todos sus profetas, que su Cristo había de padecer.
19 Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio,
20 y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado;
21 a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo.
22 Porque Moisés dijo a los padres: El Señor vuestro Dios os levantará profeta de entre vuestros hermanos, como a mí; a él oiréis en todas las cosas que os hable;
23 y toda alma que no oiga a aquel profeta, será desarraigada del pueblo.
24 Y todos los profetas desde Samuel en adelante, cuantos han hablado, también han anunciado estos días.
25 Vosotros sois los hijos de los profetas, y del pacto que Dios hizo con nuestros padres, diciendo a Abraham: En tu simiente serán benditas todas las familias de la tierra.
26 A vosotros primeramente, Dios, habiendo levantado a su Hijo, lo envió para que os bendijese, a fin de que cada uno se convierta de su maldad.
El relato central de este capítulo incluye como personaje a un cojo de nacimiento.
Al rededor se muestran las situaciones sociales de la época. Un cojo es un minusválido y sinónimo de pordiosero. Habitualmente estas personas viven de la caridad. Lo transportaban para dejarlo en el sitio de mayor tráfico de personas. En consecuencia era muy conocido y su figura formaba parte del paisaje urbano en el templo.
Los judíos piadosos en horas de la tarde iban a la sinagoga a orar. Entre ellos estaban los discípulos de Jesús que de verdad ansiaban pasar el tiempo en oración. Pedro y Juan eran el ejemplo. Ellos habían acabado de pasar la experiencia del pentecostés. Aparentemente no necesitan orar mas.
Al parecer el cojo los distinguió como algo especial y esperaba una limosna jugosa y de verdad recibió el regalo mas grande.
Mirandolo fijamente a los ojos los dos apóstoles se dirigen a el, Pedro le dice, no tengo dinero y te voy a bendecir, te voy a dar lo que tengo.
EN EL NOMBRE DE JESUCRISTO DE NAZARET levántate y anda.
Seguidamente le extendieron sus manos lo levantaron y el cojo saltó y alababa a Dios.
Este evidente milagro golpeó a los observadores y muchos creyeron en Jesús.
Lo que mas me impresiona es la reacción del apóstol Pedro en el verso 12. Reclama a la gente el porqué se sorprenden y les recuerda que es Jesús el autor del milagro, no ellos. Para esto es menester recordar quien es Jesús.
El verso 19 nos coloca en el contexto correcto de la interpretación. Hay que arrepentirse y convertirse, dos cosas sinónimas pero a la vez diferentes y necesarias para que sean borrados los pecados y entonces vendrá del Señor el tiempo de refrigerio.
Que el mismo Señor nos visite el día de hoy y nos refresque con su presencia.

Pastor Roberto Proaño





    

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