sábado, 29 de agosto de 2015

El porvenir del cristiano



Lectura bíblica: Apocalipsis 21: 1-27 (1)

Cielo nuevo y tierra nueva

21  Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más.
Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido.
Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios.
Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.
Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.
Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida.
El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo.
Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.

La nueva Jerusalén

Vino entonces a mí uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete plagas postreras, y habló conmigo, diciendo: Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero.
10 Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios,
11 teniendo la gloria de Dios. Y su fulgor era semejante al de una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal.
12 Tenía un muro grande y alto con doce puertas; y en las puertas, doce ángeles, y nombres inscritos, que son los de las doce tribus de los hijos de Israel;
13 al oriente tres puertas; al norte tres puertas; al sur tres puertas; al occidente tres puertas.
14 Y el muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero.
15 El que hablaba conmigo tenía una caña de medir, de oro, para medir la ciudad, sus puertas y su muro.
16 La ciudad se halla establecida en cuadro, y su longitud es igual a su anchura; y él midió la ciudad con la caña, doce mil estadios; la longitud, la altura y la anchura de ella son iguales.
17 Y midió su muro, ciento cuarenta y cuatro codos, de medida de hombre, la cual es de ángel.
18 El material de su muro era de jaspe; pero la ciudad era de oro puro, semejante al vidrio limpio;
19 y los cimientos del muro de la ciudad estaban adornados con toda piedra preciosa. El primer cimiento era jaspe; el segundo, zafiro; el tercero, ágata; el cuarto, esmeralda;
20 el quinto, ónice; el sexto, cornalina; el séptimo, crisólito; el octavo, berilo; el noveno, topacio; el décimo, crisopraso; el undécimo, jacinto; el duodécimo, amatista.
21 Las doce puertas eran doce perlas; cada una de las puertas era una perla. Y la calle de la ciudad era de oro puro, transparente como vidrio.
22 Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero.
23 La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera.
24 Y las naciones que hubieren sido salvas andarán a la luz de ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella.
25 Sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá noche.
26 Y llevarán la gloria y la honra de las naciones a ella.
27 No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero.


La semana ha transcurrido rápidamente y debemos cerrar el ciclo de las jornadas de Sana Doctrina, que lo propusimos y que gracias a Dios se han cumplido.

Gracias a Dios también por poder contar con siervos como el Pastor Samuel Pérez Millos que , dejando su comodidad y sus tareas propias, asumen el reto de comparir lo que el Señor ha puesto en sus corazones y sus mentes.

Esta mañana se abordará el tema escatológico, enmarcado siempre en los principios de esa doctrina sana.

Yo me atreveré a mencionar al apóstol Juan, quien en Patmos, en circunstancias de adversidad y de soledad recibe una revelación que las conocemos como el Apocalipsis.

Rescatando lo que nos interesa del tema he de mirar el verso uno como el símbolo claro de lo que entraña nuestra fe, es decir un nuevo cielo y una nueva tierra, porque la que hoy tenemos pasará.

No me puedo imaginar como va a pasar lo que tenemos hoy pero si puedo decir que su palabra se cumplirá y , lejos de entrar en angustias me alienta la sana expectativa de un cielo nuevo y una tierra nueva.

Mas que el diseño arquitectónico de la misma me interesa la descripción de lo que vamos a encontrar en su interior, como dinámica de vida.

Mientras en la actual, la muerte, la destrucción, las plagas y el dolor con el sufrimiento son motivo de la noticia diaria, en la ciudad eterna los denominativos son otros, no habrá lágrimas, no habrá dolor, no habrá muerte.

Solo este escenario me muestra que Jesús ha vencido. Sino hay muerte es porque Jesús la venció y todo lo que esto implica en su entorno desaparece.

El verso 22 indica inclusive que no necesitaremos de templo porque Dios es el templo y está con el Cordero, es decir su Hijo quien a su vez es la lumbrera.

El espacio cósmico será diferente, pues no habrá sol ni luna, solo la gloria de Dios iluminará.

Verdaderamente hay que vivir la fe en Jesús para entender por fe este porvenir para el cristiano.

Gloria a Dios en las alturas! 

Pastor Roberto Proaño 



Dgo. 16 de agosto del 2015 

Tema: La Sana Doctrina en el NT
Lectura bíblica: Filipenses 3:1-21 (17)

Prosigo al blanco

Por lo demás, hermanos, gozaos en el Señor. A mí no me es molesto el escribiros las mismas cosas, y para vosotros es seguro.
Guardaos de los perros, guardaos de los malos obreros, guardaos de los mutiladores del cuerpo.
Porque nosotros somos la circuncisión, los que en espíritu servimos a Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne.
Aunque yo tengo también de qué confiar en la carne. Si alguno piensa que tiene de qué confiar en la carne, yo más:
circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo;
en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible.
Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo.
Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo,
y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe;
10 a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte,
11 si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos.
12 No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús.
13 Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante,
14 prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
15 Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos; y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios.
16 Pero en aquello a que hemos llegado, sigamos una misma regla, sintamos una misma cosa.
17 Hermanos, sed imitadores de mí, y mirad a los que así se conducen según el ejemplo que tenéis en nosotros.
18 Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo;
19 el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su verg:uenza; que sólo piensan en lo terrenal.
20 Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;
21 el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.


En esta ocasión abordaremos un ejemplo de la sana doctrina en el NT. Anteriormente con Elías vimos un ejemplo del AT.
El apóstol Pablo a quien conocimos un poco mas con nuestros estudios del libro de los Hechos de los Apóstoles, escribe esta carta los Filipenses en compañía de uno de sus discípulos ejemplares, Timoteo. Repare usted en el comienzo de este libro y se percatará de la asociación estrecha entre estos dos hombres, el uno mas adulto que el otro. (Hechos 16:1-2)
Precisamente en esta diferencia de edad radica lo valiosos de la enseñanza de este día. Pablo no se refrena en los calificativos para con el joven Timoteo lo cual denota que lo conocía muy bien, cap. 2:19 que el confiaba misiones delicadas en su nombre.
Miremos algunos detalles de la sana doctrina que recomienda Pablo.
3:1 dice “gozaos en el Señor” lo cual demuestra el carácter alegre del cristiano. Para nada aburrido.
Quienes eran los perros, los malos obreros, los mutiladores del cuerpo?
Es muy fácil colegir que el día de hoy estos grupos existen con diferentes acentos.
Pablo, es un perdedor de ganancias (3:7) y aun las distinciones humanas son una pérdida para el, frente al conocimiento de Cristo Jesús.
Ratifica su doctrina de la resurrección y su esperanza de vida eterna.
Lamenta que todavía hayan por ahí algunos que son enemigos de la cruz de Cristo. Cuyo dios es el vientre y su gloria es su vergüenza, que solo piensan en lo terrenal.
El contraste lo tenemos nosotros que tenemos ciudadanía celestial y esperamos al Salvador quien nos transformará aun con cuerpos nuevos conforme su misericordia y ejemplo
Esta es la Sana Doctrina de Pablo y Timoteo, bien vale resaltarla
“SED IMITADORES DE MI, Y MIRAD A LOS QUE ASÍ SE CONDUCEN SEGÚN EL EJEMPLO QUE TENÉIS DE NOSOTROS”
De manera que si es cierto que tengamos la mirada en Jesús no es menos cierto que hay la demanda de ser ejemplo a los demás.
Que Dios nos ayude a ser como Jesús manda.

Pastor Roberto Proaño
 

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