2:1 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: 2:2 Anda y clama a los oídos de Jerusalén, diciendo: Así dice Jehová: Me he acordado de ti, de la fidelidad de tu juventud, del amor de tu desposorio, cuando andabas en pos de mí en el desierto, en tierra no sembrada. 2:3 Santo era Israel a Jehová, primicias de sus nuevos frutos. Todos los que le devoraban eran culpables; mal venía sobre ellos, dice Jehová. 2:4 Oíd la palabra de Jehová, casa de Jacob, y todas las familias de la casa de Israel. 2:5 Así dijo Jehová: ¿Qué maldad hallaron en mí vuestros padres, que se alejaron de mí, y se fueron tras la vanidad y se hicieron vanos? 2:6 Y no dijeron: ¿Dónde está Jehová, que nos hizo subir de la tierra de Egipto, que nos condujo por el desierto, por una tierra desierta y despoblada, por tierra seca y de sombra de muerte, por una tierra por la cual no pasó varón, ni allí habitó hombre? 2:7 Y os introduje en tierra de abundancia, para que comieseis su fruto y su bien; pero entrasteis y contaminasteis mi tierra, e hicisteis abominable mi heredad. 2:8 Los sacerdotes no dijeron: ¿Dónde está Jehová? y los que tenían la ley no me conocieron; y los pastores se rebelaron contra mí, y los profetas profetizaron en nombre de Baal, y anduvieron tras lo que no aprovecha. 2:9 Por tanto, contenderé aún con vosotros, dijo Jehová, y con los hijos de vuestros hijos pleitearé. 2:10 Porque pasad a las costas de Quitim y mirad; y enviad a Cedar, y considerad cuidadosamente, y ved si se ha hecho cosa semejante a esta. 2:11 ¿Acaso alguna nación ha cambiado sus dioses, aunque ellos no son dioses? Sin embargo, mi pueblo ha trocado su gloria por lo que no aprovecha. 2:12 Espantaos, cielos, sobre esto, y horrorizaos; desolaos en gran manera, dijo Jehová. 2:13 Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua.
En el ambiente cristiano podremos entender claramente esta asociación muy usual en la biblia, sobre el matrimonio y la relación entre Dios y su pueblo. Fuera del ambiente cristiano se entenderá con rigurosidad clásica el concepto de fidelidad.
Para los musulmanes, los cristianos somos los infieles y para los cristianos quienes no tienen a Cristo en su corazón son los impíos.
Cómo entender a Jeremías el profeta de Dios en estas afirmaciones?
Sencillo, el ha vivido la impiedad de su pueblo y nada puede hacer con los oidos sordos o la ceguera espiritual, de manera que solo sentencia y da la voz de alerta.
Examinemos varias de las alegorías que el usa. Describe una a una las acciones y las compara con las de un joven que se ha casado. Fiel, amante, compañero desinteresado. Soportaba los ataques externos.
De pronto se pregunta que pasó para que estos valores cambiaran y se trocaran por la vanidad, la ingratitud, la deslealtad, comenzando por los líderes sean civiles o religiosos.
En el mundo se entiende que sin Dios, la gente deambule rindiendo loas al diablo, pero que siendo de la familia de Dios que cambies tu vida por la de un pecador, equivale a cavar cisternas rotas que no retienen el agua.
La fidelidad es la fuente inagotable para saciar la sed, después de largas jornadas de lucha o de la fatiga del día o simplemente luego de la adversidad y el caminar diario, es hermoso llegar a la fuente de tu cisterna de agua limpia.
Se nota al hombre y la mujer que tienen calmada su sed.
Que Dios nos bendiga.
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