domingo, 24 de junio de 2012

La bendición de envejecer


Lectura bíblica: Juan 21:4-18 (18)
21:4 Cuando ya iba amaneciendo, se presentó Jesús en la playa; mas los discípulos no sabían que era Jesús.
21:5 Y les dijo: Hijitos, ¿tenéis algo de comer? Le respondieron: No.
21:6 El les dijo: Echad la red a la derecha de la barca, y hallaréis. Entonces la echaron, y ya no la podían sacar, por la gran cantidad de peces.
21:7 Entonces aquel discípulo a quien Jesús amaba dijo a Pedro: ¡Es el Señor! Simón Pedro, cuando oyó que era el Señor, se ciñó la ropa (porque se había despojado de ella), y se echó al mar.
21:8 Y los otros discípulos vinieron con la barca, arrastrando la red de peces, pues no distaban de tierra sino como doscientos codos.
21:9 Al descender a tierra, vieron brasas puestas, y un pez encima de ellas, y pan.
21:10 Jesús les dijo: Traed de los peces que acabáis de pescar.
21:11 Subió Simón Pedro, y sacó la red a tierra, llena de grandes peces, ciento cincuenta y tres; y aun siendo tantos, la red no se rompió.
21:12 Les dijo Jesús: Venid, comed. Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ¿Tú, quién eres? sabiendo que era el Señor.
21:13 Vino, pues, Jesús, y tomó el pan y les dio, y asimismo del pescado.
21:14 Esta era ya la tercera vez que Jesús se manifestaba a sus discípulos, después de haber resucitado de los muertos.
21:15 Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. El le dijo: Apacienta mis corderos.
21:16 Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis ovejas.
21:17 Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas.
21:18 De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas a donde querías; mas cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras.
En el mes de Mayo, aprovechamos el día de la madre para hablar acerca de las mujeres en la Biblia; hablamos de la familia y de nuestras responsabilidades como hijos. El mes de Junio, fue motivo para hablar acerca de los varones y su responsabilidad como cabeza del hogar. Hoy, quiero cerrar esta serie de sermones adentrándonos en cómo la Palabra de Dios nos prepara para vivir una etapa en la vida a la que muchos tienen miedo llegar y otros ya la están viviendo: la vejez.

Muchos nos preocupamos para que nuestro aspecto físico no refleje íntegramente la cantidad de velas que hemos apagado en nuestro último cumpleaños. Algunos invierten tiempo y dinero en medios naturales y artificiales para ganarle la batalla a las arrugas y las venas que cada vez se pronuncian más en nuestra piel. No importa lo que hagamos, los años pasarán y las etapas que Dios ha señalado para nosotros vendrán.

En Juan 21:4-18 Jesús nos da un gran consejo en el cual invertir nuestra vida para envejecer con bendición. Para que cuando lleguen los años en que nuestras fuerzas hayan declinado, disfrutemos con felicidad aquello que hemos sembrado cuando aún podíamos valernos por nosotros mismos. Sigamos juntos esta reflexión y comprendamos la gran bendición que es envejecer siguiendo el consejo del Maestro, Jesús.

Ptr. José L. Verdi

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