viernes, 1 de mayo de 2015

De perseguidor a predicador



Lectura bíblica: Hechos 9:1-25 (20)

 1Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al sumo sacerdote, 2y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallase algunos hombres o mujeres de este Camino, los trajese presos a Jerusalén. 3Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; 4y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? 5Él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. 6Él, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer. 7Y los hombres que iban con Saulo se pararon atónitos, oyendo a la verdad la voz, mas sin ver a nadie. 8Entonces Saulo se levantó de tierra, y abriendo los ojos, no veía a nadie; así que, llevándole por la mano, le metieron en Damasco, 9donde estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió.
10Había entonces en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo en visión: Ananías. Y él respondió: Heme aquí, Señor. 11Y el Señor le dijo: Levántate, y ve a la calle que se llama Derecha, y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso; porque he aquí, él ora, 12y ha visto en visión a un varón llamado Ananías, que entra y le pone las manos encima para que recobre la vista. 13Entonces Ananías respondió: Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén; 14y aun aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que invocan tu nombre. 15El Señor le dijo: Ve, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel; 16porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre. 17Fue entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos, dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo. 18Y al momento le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al instante la vista; y levantándose, fue bautizado. 19Y habiendo tomado alimento, recobró fuerzas. Y estuvo Saulo por algunos días con los discípulos que estaban en Damasco.
Saulo predica en Damasco
20En seguida predicaba a Cristo en las sinagogas, diciendo que éste era el Hijo de Dios. 21Y todos los que le oían estaban atónitos, y decían: ¿No es éste el que asolaba en Jerusalén a los que invocaban este nombre, y a eso vino acá, para llevarlos presos ante los principales sacerdotes? 22Pero Saulo mucho más se esforzaba, y confundía a los judíos que moraban en Damasco, demostrando que Jesús era el Cristo.
Saulo escapa de los judíos
23Pasados muchos días, los judíos resolvieron en consejo matarle; 24pero sus asechanzas llegaron a conocimiento de Saulo. Y ellos guardaban las puertas de día y de noche para matarle. 25Entonces los discípulos, tomándole de noche, le bajaron por el muro, descolgándole en una canasta.

La lectura de hoy nos lleva al hecho sobresaliente de la conversión de Saulo de Tarso en el apóstol Pablo.
Algo extraordinario debió suceder en la vida de este hombre adulto, maduro y seguro de si mismo para que cambiara de rumbo en su vida.
Este Saulo era perseguidor de los cristianos y no toleraba la predica de Jesús, estuvo mirando y consintiendo en la muerte de Esteban. Su carrera de enrolamiento con el poder lo había llevado a tener voz y voto en el concilio (Hechos 26:9-11). El sumo sacerdote le tenía especial confianza y le daba carta de poder para tomar prisioneros a los cristianos.
Saulo había permanecido a los pies de Gamaliel y era muy enterado de las escrituras y sin lugar a dudas conocía la historia del pueblo de Dios.
Personalmente creo que Dios nos encuentra con la intensidad con que le rehuimos. Este es el caso de Saulo. Mientras respiraba amenazas contra el pueblo de Dios, este le sale al encuentro de una manera magnífica y sorprendente.
Producto de este encontrón con esa luz potente que lo dejó ciego, el sostuvo un examen de conciencia personal. Tuvo que depender de otros. Vivió la angustia de no saber si su visión se recuperaría o se quedaría ciego para siempre.
Mientras tanto Dios trabajaba el proceso y pedía a Ananías que vaya para curar a Saulo, porque nadie quería sanarlo debido a su reputación mala (13).
Cuando Dios escoge a alguien lo va a usar contra todo viento de oposición. Saulo sería la herramienta poderosa de evangelización entre los gentiles y los reyes.
He aquí el nuevo modelo de la iglesia. Cada uno debe constituirse en la mejor herramienta para evangelizar a sus pares.
En el verso 17 por primera vez lo llaman Hermano Saulo. Tu te acuerdas la primera vez que te llamaron así por tu nombre?
Mas aun me sorprende que tan pronto se curó se bautizó.
De allí en adelante su vida cambió radicalmente, ya  lo vamos a encontrar predicando a Jesús y sentando doctrina sana en todas las congregaciones.
Que Dios nos bendiga al considerar este ejemplo en nuestras vidas.

Pastor Robero Proaño

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