viernes, 1 de mayo de 2015

La iglesia administra



Lectura bíblica: Hechos capítulo 6:1-15(3)

1En aquellos días, como creciera el número de los discípulos, hubo murmuración de los griegos contra los hebreos, de que las viudas de aquéllos eran desatendidas en la distribución diaria. 2Entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas. 3Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo. 4Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra. 5Agradó la propuesta a toda la multitud; y eligieron a Esteban, varón lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas, y a Nicolás prosélito de Antioquía; 6a los cuales presentaron ante los apóstoles, quienes, orando, les impusieron las manos.
7Y crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén; también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe.
Arresto de Esteban
8Y Esteban, lleno de gracia y de poder, hacía grandes prodigios y señales entre el pueblo. 9Entonces se levantaron unos de la sinagoga llamada de los libertos, y de los de Cirene, de Alejandría, de Cilicia y de Asia, disputando con Esteban. 10Pero no podían resistir a la sabiduría y al Espíritu con que hablaba. 11Entonces sobornaron a unos para que dijesen que le habían oído hablar palabras blasfemas contra Moisés y contra Dios. 12Y soliviantaron al pueblo, a los ancianos y a los escribas; y arremetiendo, le arrebataron, y le trajeron al concilio. 13Y pusieron testigos falsos que decían: Este hombre no cesa de hablar palabras blasfemas contra este lugar santo y contra la ley; 14pues le hemos oído decir que ese Jesús de Nazaret destruirá este lugar, y cambiará las costumbres que nos dio Moisés. 15Entonces todos los que estaban sentados en el concilio, al fijar los ojos en él, vieron su rostro como el rostro de un ángel.


Arribamos al momento en que el crecimiento de la congregación en el primer siglo era evidente.
Yo imagino el gran dolor de cabeza de recibir y organizar todo lo que los hermanos vendían y traían para ser repartido. Eran doce apóstoles que por otro lado tenían la demanda de curar y predicar en la iglesia, discipular y acompañar en el crecimiento espiritual a miles que se habían convertido.
Cada reunión se preparaba y se ministraba de acuerdo a la necesidad.
Pero como habían necesidades materiales, ellos muy sabiamente dijeron hay que nombrar ayudantes con los siguientes requisitos: varones, de buen testimonio, llenos del ES y con sabiduría.
Vale la pena detenerse en estos requisitos porque en la iglesia estas demandas siguen siendo las mismas.
Mientras tanto los apóstoles abrazaban con mayor dedicación la predicación de la palabra y la oración.
Igualmente me detengo en estas áreas porque es sustancial la misión y la visión de la iglesia. No podemos dejar de hacer esto.
Me parece interesante que ambos grupos tenían una excelencia en la calificación de santidad y dedicación al Señor.
No es que solo los pastores debemos tener buen testimonio, todos debemos tener buen testimonio.
Aquí aparece la figura de Esteban, denominémosle el presidente del cuerpo de diáconos.
Miremos con detalle sus cualidades. Lleno de gracia y de poder, hacía prodigios y señales.
La respuesta que todo diácono debe saber que ocurre es que es incomprendido y hasta acusado de hacer mal su trabajo.
Se van a urdir los planes mas malos para acusarlo y sacarlo del servicio.
Me llama la atención que hasta en esos momentos difíciles  su rostro era angelical.
Que patrón mas interesante, y distante de una cara endemoniada, llena de ira o iracundia.
Dios nos permita aprender de este ejemplo.

Pastor Roberto Proaño

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