martes, 20 de octubre de 2015

Tres observaciones prácticas

Lectura bíblica: Mateo 6: 25-34 y 7:1-12 (33)

El afán y la ansiedad

(Lc. 12.22-31)

25 Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?
26 Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?
27 ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo?
28 Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan;
29 pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos.
30 Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe?
31 No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?
32 Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas.
33 Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.
34 Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.

El juzgar a los demás

(Lc. 6.37-38,41-42)

No juzguéis, para que no seáis juzgados.
Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido.
¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?
¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo?
!!Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.
No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen.

La oración, y la regla de oro

(Lc. 11.9-13; 6.31)

Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.
Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.
¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra?
10 ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente?
11 Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?
12 Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.
En a continuación del Sermón de la Montaña, interesa este día poner atención en tres observaciones prácticas en que se detiene el Señor Jesucristo.
La primera es sobre la ansiedad. Hoy en día hay capítulos enteros dedicados en la sicología y la psiquiatría para tratar este síndrome, el de la ansiedad.
Se caracteriza por una agitación patológica, que causa una desesperada conducta por conseguir algún imposible.
Cuando Jesús enseña sobre este tema posiblemente tenía entre su auditorio gente muy preocupada por la situación político religiosa imperante, recordemos que la mayoría esperaban a un libertador que los saque de la opresión. El César no era querido ni el les quería tampoco. Los impuestos cada vez eran mas gravosos y las limitaciones para ejercer su religión se veían muy limitadas. De hecho había una injerencia directa del estado sobre las religiones. Se habían logrado acuerdos mientras Roma cobraba los impuestos y la gente pagaba, ellos les darían libertad para realizar sus cultos.
En ese entorno aparece Jesús y les pide no afanarse para lo cual les recuerda la manera como Dios nos viste, nos alimenta y en consecuencia cual debe ser la prioridad.
La segunda lección de este día tiene que ver con un momento de examen del ser interior. Esto de no fijarse en los errores de los demás sino en los míos y preocuparme de cómo corregirlos.
Usa alegorías ejemplares con los perros y los cerdos.
Finalmente y en tercer lugar hay una recomendación sobre la oración y sus resultados.
Si usted tiene dudas respecto a que su oración no ha sido escuchada, Jesús trae esta reflexión en el verso 8 del capítulo 7.
Si pedimos recibiremos. Desde luego en el tiempo del Señor que no es el nuestro.
Si buscamos, hallamos y no necesariamente como nos imaginamos sino como Dios lo desea.
Si llamamos, se abrirá, no dice a que hora por lo cual recomiendo paciencia. Dios no se queda dormido pero el sabe cuando conviene abrir.
Descansemos en Dios cada vez mas, dejemos la ansiedad, auto examinémonos y hagamos el bien a todos los que nos rodean

Pastor Roberto Proaño

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