Lectura
bíblica: Apoc. 1: 1-20 y 2: 1-7
La revelación de Jesucristo
1 La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan,2 que ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio de Jesucristo, y de todas las cosas que ha visto.
3 Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca.
Salutaciones a las siete iglesias
4 Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a vosotros, del que es y que era y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante de su trono;
5 y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre,
6 y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén.
7 He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén.
8 Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso.
Una visión del Hijo del Hombre
9 Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación, en el reino y en la paciencia de Jesucristo, estaba en la isla llamada Patmos, por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo.
10 Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta,
11 que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último. Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias que están en Asia: a Efeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea.
12 Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro,
13 y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro.
14 Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego;
15 y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas.
16 Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza.
17 Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último;
18 y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades.
19 Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de estas.
20 El misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra, y de los siete candeleros de oro: las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y los siete candeleros que has visto, son las siete iglesias.
Mensajes a las siete iglesias: El mensaje a Efeso
2 Escribe al ángel de la iglesia en Efeso: El que tiene las siete estrellas en su diestra, el que anda en medio de los siete candeleros de oro, dice esto:2 Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos;
3 y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado.
4 Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor.
5 Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido.
6 Pero tienes esto, que aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco.
7 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios.
Los
próximos domingos, siete en total hablaremos de el mensaje dirigido a las siete
iglesias en el libro del Apocalipsis.
Este libro
está escrito por el apóstol Juan durante su exilio en Patmos.
Como lo
hemos dicho en la estructura del canon este libro debió ser analizado como un
libro de profecías y conectarlo con el resto de la biblia de manera que por si
solo se explica en su contenido espiritual.
Está
dirigido a las siete iglesias del Asia que se habían conformado y estas son :
Efeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia, y Laodicea.
En cada una
hay un propósito específico que trataremos de desentrañar para encontrar la
lección para nosotros el día de hoy.
Comenzaremos
con el mensaje a la primera iglesia. Esto se narra en el capítulo 2 los
primeros versos del 1 al 7.
La iglesia
de Efeso corresponde a la misma que se refiere en el libro de los Hechos cap.
20 el apóstol Pablo.
En esta
ciudad se había producido el alboroto por la gran diosa Diana o Artemisa. El
platero había logrado levantar a la gente porque se atentaba contra la diosa
que dejaba grandes ganancias.
Esta
iglesia había sido distinguida con el pastorado de grandes hombres como lo son
Pablo, Timoteo, Tíquico y Juan, de manera que sana doctrina les sobraba,
ejemplos tenían cualquier cantidad para imitar.
En efecto
juan reconoce que habían méritos en el verso 2 del capítulo 2, de los cuales
sobresale que eran trabajadores y pacientes. Habían demostrado celo por la
enseñanza y no toleraban a los falsos maestros. No habían desmayado por
difíciles que hubiesen sido los tiempos.
Peor tenían
un gran defecto, habían dejado el primer amor.
Qué es el
primer amor?
Podemos
añadir cualidades a esta condición humana mas es importante recordar que cambio
se operó en nuestra vida cuando aceptamos a Jesús y que clase de amor se
despertó en nosotros.
Volver a
ese primer amor es el reclamo del Señor, no es el activismo ni la religiosidad.
No es el legalismo ni la infalibilidad. No es la rectitud ni la falta de
comprensión. Es el carácter de Jesús mostrando amor, comprensión, perdón y
rectificación de los errores.
No interesa
si has caído interesa que te levantes tomado de la mano del Señor.
El amor de
Dios es maravillloso!
Pastor Roberto Proaño
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