domingo, 21 de agosto de 2016

Las promesas a Dios

Jueces 11: 1-11(31)
11  Jefté galaadita era esforzado y valeroso; era hijo de una mujer ramera, y el padre de Jefté era Galaad.
Pero la mujer de Galaad le dio hijos, los cuales, cuando crecieron, echaron fuera a Jefté, diciéndole: No heredarás en la casa de nuestro padre, porque eres hijo de otra mujer.
Huyó, pues, Jefté de sus hermanos, y habitó en tierra de Tob; y se juntaron con él hombres ociosos, los cuales salían con él.
Aconteció andando el tiempo, que los hijos de Amón hicieron guerra contra Israel.
Y cuando los hijos de Amón hicieron guerra contra Israel, los ancianos de Galaad fueron a traer a Jefté de la tierra de Tob;
y dijeron a Jefté: Ven, y serás nuestro jefe, para que peleemos contra los hijos de Amón.
Jefté respondió a los ancianos de Galaad: ¿No me aborrecisteis vosotros, y me echasteis de la casa de mi padre? ¿Por qué, pues, venís ahora a mí cuando estáis en aflicción?
Y los ancianos de Galaad respondieron a Jefté: Por esta misma causa volvemos ahora a ti, para que vengas con nosotros y pelees contra los hijos de Amón, y seas caudillo de todos los que moramos en Galaad.
Jefté entonces dijo a los ancianos de Galaad: Si me hacéis volver para que pelee contra los hijos de Amón, y Jehová los entregare delante de mí, ¿seré yo vuestro caudillo?
10 Y los ancianos de Galaad respondieron a Jefté: Jehová sea testigo entre nosotros, si no hiciéremos como tú dices.
11 Entonces Jefté vino con los ancianos de Galaad, y el pueblo lo eligió por su caudillo y jefe; y Jefté habló todas sus palabras delante de Jehová en Mizpa.
A propósito de estos variados temas, de los cuales en ocasiones hablamos o pasamos sin detenernos, he propuesto hablar de un tema controversial, que espero sea de bendición como lo fue para mi.
Tiene que ver con las promesas que hacemos al Señor.
Esta es la historia de un guerrero de Israel, cuyas circunstancias personales son de destacar.
Miremos el libro de los Jueces en el capítulo 11.
Jefté es el nombre de nuestro personaje, de la tierra de Galaad, era hijo de una ramera.
Los hijos del matrimonio lo botaron fuera de su casa por este hecho, lo cual le dejó expuesto a malas influencias.
Al parecer esta preparación de mundo lo hizo mejor guerrero. Sucedió que cuando los amonitas se fueron contra Israel, los ancianos de Galaad se acordaron de Jefté que ya tenía fama de buen guerrero y le piden que vuelva a su pueblo y casa, miremos el verso 7.
Le ofrecen ser un líder y caudillo, según el verso 11.
Viene luego el enfrentamiento con el ejército amonita y finalmente Jefté vence en la batalla según el verso 29.
Aquí nos detenemos a mirar bajo que precio lo hizo.
Si los de Galaad le prometieron hacer de el un caudillo, él en cambio le promete a Dios que si le da la victoria le ofrecería en sacrificio a quien atravesare las puertas de su casa, verso 31.
El verso 34 nos cuenta que cuando llegó de la batalla salió a recibirle su única hija, lo cual le provocó que rompiera sus vestidos (35)
Al parecer lo que sucedió fue que no la sacrificó pero si la preservó en virginidad y nunca conoció varón.
Desde entonces hay la costumbre en Israel que año tras año. Las doncellas en Israel lloran en recordación de la hija de Jefté.
Este juez duró seis años en ejercicio de su judicatura y murió para ser enterado en una de las ciudades de Galaad.
Cuando hicieres promesas a Dios asegúrate de cumplirlas!!
Pastor Roberto Proaño

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