Saulo persigue a la iglesia
8 Y Saulo consentía en su muerte. En aquel día hubo una gran persecución contra la iglesia que estaba en Jerusalén; y todos fueron esparcidos por las tierras de Judea y de Samaria, salvo los apóstoles.2 Y hombres piadosos llevaron a enterrar a Esteban, e hicieron gran llanto sobre él.
3 Y Saulo asolaba la iglesia, y entrando casa por casa, arrastraba a hombres y a mujeres, y los entregaba en la cárcel.
Conversión de Saulo
(Hch. 22.6-16; 26.12-18)
9 Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al sumo sacerdote,2 y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallase algunos hombres o mujeres de este Camino, los trajese presos a Jerusalén.
3 Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo;
4 y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?
5 El dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón.
6 El, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer.
7 Y los hombres que iban con Saulo se pararon atónitos, oyendo a la verdad la voz, mas sin ver a nadie.
8 Entonces Saulo se levantó de tierra, y abriendo los ojos, no veía a nadie; así que, llevándole por la mano, le metieron en Damasco,
9 donde estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió.
10 Había entonces en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo en visión: Ananías. Y él respondió: Heme aquí, Señor.
11 Y el Señor le dijo: Levántate, y ve a la calle que se llama Derecha, y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso; porque he aquí, él ora,
12 y ha visto en visión a un varón llamado Ananías, que entra y le pone las manos encima para que recobre la vista.
13 Entonces Ananías respondió: Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén;
14 y aun aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que invocan tu nombre.
15 El Señor le dijo: Ve, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel;
16 porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre.
17 Fue entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos, dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo.
18 Y al momento le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al instante la vista; y levantándose, fue bautizado.
19 Y habiendo tomado alimento, recobró fuerzas. Y estuvo Saulo por algunos días con los discípulos que estaban en Damasco.
Saulo predica en Damasco
20 En seguida predicaba a Cristo en las sinagogas, diciendo que éste era el Hijo de Dios.
Este mes ha sido especial para revisar los temas bíblicos. Me tomo la libertad de hacer una reflexión basado en los mismos.
Cada uno tiene opciones que escoger en ciertos momentos claves de la vida. Cuando el tiempo transcurre usualmente nos provoca retroceder el tiempo porque desearíamos cambiar las elecciones tomadas.
Miremos y recapitulemos la historia del sacerdocio de Melquisedec. Aspiro que la memoria de ustedes sea mas grata que la mía pero personalmente, debo reconocer que mi linaje espiritual me identifica con esta casta, la de Jesús. Soy de la orden de Melquisedec.
Luego he de saltar sobre la vida de Samuel, un hijo de promesa y esto me recuerda que las promesas que se hacen a Dios hay que cumplirlas, no puedo jugar con estas ofertas, en donde Dios cumple con sus promesas y yo le fallo.
Finalmente me tengo que acordar del anatema. No puedo apropiarme de algo contaminado y prohibido. Dios es el de las victorias y yo debo respetar lo que EL me da, peor esconder lo prohibido.
Este domingo debo rescatar la historia del apóstol Pablo.
De perseguidor a libertador de un pueblo que proclama a Jesús como su Señor.
Al revisar la palabra de Dios miro que Pablo, con una sólida formación militar, una información teológica formidable había equivocado su camino. Perseguía a la iglesia, estuvo presente cuando mataron a Esteban, un cristiano ejemplar.
De pronto ocurre el encuentro con Jesús a quien el persigue.
Queda enceguecido por tres días. Tres días de obscuridad y desesperanza. Sometido y afligido. Imagino que ni comía. De pronto Dios estaba trabajando con un emisario suyo para que lo visitara y lo curara devolviéndole la visión.
Sin lugar a dudas, este Pablo, era diferente luego de esta experiencia.
Habría el querido retroceder el tiempo y cambiar las persecuciones por apoyo las congregaciones. Cuanto tiempo perdido!
Este es le momento de rectificar rutas. No podremos cambiar el pasado pero si reorientar el futuro.
Dejemos que el Señor guíe nuestra vida, escucha su voz.
Pastor Roberto Proaño
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