1 Pedro 5:1-11 (5b)
5:1 Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de Cristo, que soy también participante de la gloria que será revelada: 5:2 Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; 5:3 no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey. 5:4 Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria. 5:5 Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, Y da gracia a los humildes.5:6 Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo;5:7 echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros. 5:8 Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; 5:9 al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo. 5:10 Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca. 5:11 A él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.
La Biblia dice que la bendición de Dios es la que enriquece y no añade tristeza con ella. No todo lo que llega a nuestras vidas, proviene de Dios, puede venir de nuestros caprichos y deseos egoístas, de nuestros deseos de vanagloria, y orgullo.
En la historia bíblica hubo dos reyes, uno escogido por los hombres y el otro escogido por Dios. El primero el rey Saúl, nunca entendió que la obediencia lo llevaría al triunfo en su reinado, mantuvo una actitud de obstinación y desobediencia a Dios. Se dejó contaminar de un espíritu de amargura contra el rey David, que lo llevó finalmente a quitarse la vida.
Pero hubo otro rey elegido por Dios quien lo tomó de la majada de las ovejas, pues este hombre era pastor. Un joven de quince años, cantaba a Dios con su arpa y le componía versos. Humilde de espíritu, prudente en sus palabras, fuerte para la pelea; pero desde niño lo caracterizaba su obediencia a su padre. Sabía que honrar a sus padre le traería bendición, conocía muy bien el quinto mandamiento de la Ley: “Honra a tu padre y a tu madre, como el Señor tu Dios te lo ha ordenado, para que disfrutes de una larga vida y te vaya bien en la tierra que te da el Señor tu Dios” y su humildad lo llevó a ser el rey de Israel, y por su linaje vendría el Salvador del mundo. Bajo ese linaje de bendición estamos los que hayamos creído en el Señor Jesucristo como nuestro salvador y Señor, que gran privilegio.
Está escrito: El que se exalta será humillado pero el que se humilla será exaltado.
“Si las victorias de la vida nos hacen orgullosos, estamos cerca de la caída”
Pastor Julio Cabrera
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